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El funcionamiento del programa es sencillo pero entrama una profunda complejidad psicológica: entre los 12 concursantes que harán pruebas para sumar dinero del bote (que, al final, se llevará uno de ellos) hay un topo, un traidor puesto por la organización que intentará que no se cumplan las pruebas y se pierda tanto dinero como sea posible... para ganarlo él. Al final de cada día, cada concursante debe rellenar un formulario en el que indica, en veinte preguntas, quién cree que es el topo (qué color de pelo tiene, qué lleva puesto, etcétera). El que menos acierta, se va a la calle. Y lo que al principio es un juego, enseguida se convierte en paranoia absoluta. Si alguien falla en una prueba es visto como un movimiento típico del topo. Si alguien decide perder dinero a cambio de ganar una tarjeta para no ser eliminado esa ronda, se desconfía de él.